Con el lanzamiento de varios modelos, inversiones y la vuelta de la producción a los niveles prepandemia, las terminales se alistan para terminar un año con un mercado de 295 mil unidades.
Lanzamientos, producción de nuevos modelos nacionales, inversiones… Visto así pareciera como que la industria automotriz es el motor de una economía argentina en franco desarrollo y de un país lejano a cualquier tipo de recesión.
Los números son fríos y, muchas veces, no reflejan la totalidad de una noticia en sí.
En su edición del 26 de agosto, el diario Página/12 hablaba de que las plantas de las automotrices recuperaban la producción en incrementaban la participación de autopartes nacionales.
Eso es cierto, pero hay más datos detrás de esa información. Por el lado del sector autopartista, hay que menciona que si bien el proyecto de ampliar la cantidad de productos nacionales en los vehículos que se fabrican en el país siempre está en carpeta nunca termina de llevarse a cabo. Además, como corolario de una realidad decadentesde 2018 hasta hoy 20 empresas bajaron definitivamente sus persianas, seis de ellas durante el aislamiento social, según un informe difundido por la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes (AFAC).

Pero antes de entrar en el ámbito de la producción es bueno hacer un poco de memoria. En 2018, la industria esperaba un mercado de un millón de unidades. Luego de la devaluación se habló de crisis, aunque el número final fue de 800 mil autos vendidos. Nada mal.
En 2019 se vivió un año muy convulsionado en lo económico y tras una profunda recesión, se comercializaron 460 mil vehículos, es decir que hubo una caída cercana al 42%.
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Este 2020, año en el que nadie imaginaba una pandemia, ya pintaba mal de antemano. En la Asociación de Fabricantes de Automotores (ADEFA) se especulaba con un escenario similar al del período anterior, aunque un poco menor. Con 400 mil unidades se manejaban los balances.
Pero llegó el coronavirus. Se interrumpió la producción por casi dos meses y se comenzó a hablar de un mercado de 220 mil autos. Ahora, con cierta normalización en ADEFA vislumbran un número cercano a 295 mil.
Hasta acá, el vaivén comercial refleja que con la flexibilización de la cuarentena y la reactivación de muchos comercios, la economía empieza a caminar, aunque con cierta renguera.
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Otro dato que menciona el matutino porteño es que la planta que Toyota tiene en Zárate (donde se producen la Hilux y la SW4) retomó los dos turnos de producción. Desde el departamento de prensa de la marca japonesa le confirmaron a Minuto Motor que a partir el 27 de julio último la fábrica bonaerense trabaja en dos jornadas, aunque espaciadas para mantener los protocolos. “Ya estamos en los niveles de producción que teníamos antes de la pandemia. Seguramente cerremos el año con 100 mil unidades”, estimó el vocero a este medio.
Por el lado de Ford, que también se menciona en el artículo de Página/12, es veraz el aumento de óvalo, el flamante presidente de la automotriz, Martín Galdeano, informó que la planta de Pacheco incrementaba su producción en un 60%. Así, pareciera que el mercado tiene una abundante demanda, pero no hay tal.
Cabe recordar que la producción en la fábrica se detuvo el 25 de marzo y que volvió a la actividad el 20 de mayo. Entonces, ¿hubo una mejora? Sí, en comparación a los meses anteriores. Por lo tanto lo que hubo fue una normalización, ya que la planta pasa a fabricar de 110 a 160 Ranger por día, con picos de 175, según le confirmó un vocero de la empresa a Minuto Motor. Antes de la pandemia salían 220 pickups por día. Por ende, si bien la recuperación viene siendo mejor de lo que se pronosticaba en mayo o junio aún no se alcanzaron los niveles de principios de año.

Por último, también se habla de una inversión de 130 millones de dólares de Nissan para la planta de Santa Isabel, Córdoba. Esto también fue anunciado oficialmente por la marca japonesa, pero responde a un plan que se viene implementando desde hace una década en la región.
No hay que engañarse. No hay una mejora. Lo que hay es una normalización dentro de un escenario que se preveía malo, pero no tanto.
Por consecuente es correcto hablar de que la industria automotriz se pone en marcha, pero sería injusto no mencionar que la recesión, las sucesivas devaluaciones y las despiadadas cargas impositivas han herido de gravedad a un sector que, tras recibir el tiro de gracia del Covid-19, está viva por milagro.
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