Los SUV chicos más equipados y los sedanes del segmento C con fabricados en el Mercosur y México quedan dentro del arancel.
El impuesto a los autos de lujo ya no es un arancel para los vehículos premium. Con los altos índices inflacionarios, el valor de los vehículos entró en una extraña balanza entre muy baratos a precio dólar, pero muy caros para los retrasados salarios en el plano laboral de la Argentina.
Esto tiene varios efectos negativos. El primero es que las marcas privan a sus modelos de ciertos equipamientos para reducir su valor y, así, dejarlo fuera de esa carga impositiva, y esto precariza el mercado local.

Volkswagen, por ejemplo, discontinuó la versión Hero de su T-Cross y lo mismo podría pasar con el Chevrolet Tracker premier y el Toyota Corolla SEG.
Otro aspecto negativo es que el consumidor debe pagar un 25% del valor del modelo por algún equipamiento extra o un 53,8% si entra en la segunda escala del arancel, que impacta en los autos de 59.7000 dólares.
Cabe recordar que en 2008, la entonces presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner reinstaló el impuesto para vehículos de 61.000 dólares con un 11% de tasa efectiva.
Por otra parte, la tasa de estadística que forma parte del cálculo era de 0,5% y hoy es del 3%, lo que representa un 600% de aumento.
Esta nueva base afectará vehículos importados con precio público de 25,800 dólares con un 25% de tasa efectiva que, de seguir el ritmo actual de devaluación diaria, terminará impactando en noviembre a autos de 23,500 dólares, es decir 1.700.000 pesos al valor oficial de la divisa estadounidense ($74).
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Según datos del IPC, hasta agosto la devaluación de la moneda nacional fue del 23,8%. Esto hace que la actualización de la base del impuesto interno se lleve a cabo con dos meses de demora.
Es decir que a septiembre hubo solo dos ajustes, el primero de 4,9% (junio) y el actual de 6,4% (septiembre). Traducido a números esto representa una suba del 12%, o sea la mitad de la depresión del peso.
Según las filiales e importadores de la industria automotriz, la escala del impuesto interno está en el peor momento, más grave aún que en 2015 en plena crisis.